Llegó un momento en que se pensó que no había algo importante qué decirle al Creador y dejamos de hablarle, de pedirle. Lo estábamos buscando y no lo encontrábamos, así que decidimos dejarnos encontrar por ÉL.
Intentábamos dejar de pensar pero seguían los pensamientos. Al analizarlos encontramos recuerdos ajenos, palabras incoherentes y la presencia de seres que ya no tenían cuerpo, a través de nuestro pensamiento. Nos dimos cuenta que eran las vidas anteriores, que a pesar de estar muertas estaban vivas, que tenían dolor, miedo, angustia, deseos, necesidades, que no habían llegado al cielo ni al infierno.
Empezamos a hablarles, a mostrarles que ya no tenían cuerpo y que seguían vivas y sintiendo lo que vivían cuando estaban en su cuerpo. Les dimos Impezá, les enseñamos a vivir Impezá perdón para que realizaran su proceso de resurrección.
Aún lo hacemos.